sábado, 11 de diciembre de 2010

Para que sirven las clasificaciones internacionales?...Es util decir TEA?

Se lee en la Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos del Espectro Autista en Atención Primaria (2010):

[1] Actualmente la terminología de TEA, aunque no existe como término clasificatorio dentro de los manuales DSM-IV o CIE-10, hace referencia a los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), llegando el primero a utilizarse más ampliamente por la flexibilidad dimensional que el concepto TEA ofrece. El concepto de TEA puede entenderse como un abanico gradual de síntomas, un “continuo” donde en un extremo está el desarrollo totalmente normal y en otro aquellos trastornos generalizados del desarrollo más graves. Este término fue acuñado por Lorna Wing y Judith Gould en 1979 y representa un avance pragmático más que teórico, en tanto en cuanto implica una valoración pormenorizada de todas las capacidades y déficits de los sujetos, con lo que ayuda a definir sus necesidades de apoyo y operativiza el plan de tratamiento individualizado.

Básicamente las dos clasificaciones (CIE-10 y DSM-IV) integran los mismos criterios diagnósticos, sin embargo, los argumentos a favor de usar el termino TEA en lugar de TGD son varios. El término “generalizado” puede resultar confuso o ambiguo, pues implicaría una afectación en todos los aspectos del desarrollo, lo cual no es correcto, ya que algunas personas con autismo tienen un desarrollo ordinario en algunas áreas y afectado en otras.

Los criterios incluidos dentro de la clasificación del DSM-IV son menos específicos que en el CIE-10. Dentro de los desórdenes definidos por el DSM-IV, el autismo es el que está más definido, mientras que el trastorno de Asperger o el trastorno generalizado del desarrollo no especificado son los menos. De ahí que se originen falsos positivos dentro de estas categorías, lo cual influye a nivel de investigación y de adquisición de servicios sociales y educacionales. Además, las categorías diagnósticas ofrecidas por dichos manuales continúan siendo insuficientes y poco operativas para el diagnóstico diferencial de muchos casos clínicamente “limítrofes”.

El grupo elaborador recomienda fundamentalmente el uso de la clasificación CIE-10 (OMS) y/o DSM-IV-TR (American Pschiatric Association) para estos trastornos.[1]

[2]A pesar de las clasificaciones, ninguna persona que presenta un TEA es igual a otro en cuanto a características observables.[2]


[3] Los manuales DSM-IVTR y CIE10 son las dos principales herramientas de clasificación que proporcionan los criterios para el diagnóstico de TEA. Estas clasificaciones ayudan a entender el conjunto que forman los trastornos, pero dejan sin solucionar el principal problema de los TEA: un diagnóstico fiable y, sobre todo, el diagnóstico a edades tempranas. El problema del diagnóstico no se debe a la imprecisión de los manuales citados, sino a que desafortunadamente, no existe una prueba clínica que permita diagnosticar de forma inequívoca, basándose hoy en día el diagnóstico en herramientas estandarizadas de observación que identifican los diferentes comportamientos característicos de la triada clásica de los TEA.
Las herramientas de diagnóstico aceptadas actualmente como más fiables para los TEA son el ADI-R (Rutter, Le Couteur y Lord, 1989) y el ADOS-G (Lord, Rutter, DiLavore, y Risi, 1999) que sirven para codificar el comportamiento presente en el autismo y para hacer un diagnóstico diferencial.[3]


Dice Lorna Wing , en su libro "El autismo en niños y adultos.Una guía para la familia":
"En la práctica clínica, cuanto más se ven estos trastornos, más parece que es posible cualquier combinación de rasgos. Algunas combinaciones son más probables que otras, pero no hay reglas absolutas. Las fronteras son siempre difíciles de definir.
Por todas estas razones, desde el punto de vista de ayudar a la persona en cuestión, es de poco valor el gastar el tiempo en asignarlos a un subgrupo. La principal tarea clínica es decidir si tienen un trastorno del espectro autista y después evaluar su patrón de capacidades."


Su mayor utilidad es la de uniformidad de criterios, es decir, para que todos los profesionales "hablen el mismo idioma"...
La guia deberia añadir que, "a pesar de la insuficiencia de los magros criterios diagnosticos" el grupo elaborador recomiendan utilizar el DSM-IV o el CIE 10.
Tal como se puede leer en el ultimo párrafo aplicar los criterios diagnosticos de los manuales (DSM y CIE) no es lo unico que se debe hacer para obtener un diagnostico, tal como también se concluye en la lectura de innumerables textos conteniendo los tests más recomentados para evaluar cada área (de la triada de Wing).
No son suficientes para preparar el abordaje terapeutico


Fuentes:
[1] Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos del Espectro Autista en Atención Primaria (madrid, 2010)
http://www.guiasalud.es/egpc/autismo/completa/apartado04/definicion.html
[2]Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos del Espectro Autista en Atención Primaria (madrid, 2010)
http://www.guiasalud.es/egpc/autismo/resumida/apartado02/definicion.html
[3]Boletín de la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria, Castilla y León: Desarrollo y resultados del programa de cribado de los T.E.A. en las provincias de Salamanca y Zamora (2009)
http://www.sccalp.org/documents/0000/1272/BolPediatr2009_49_143-145.pdf
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